
Llegué a pasar hambre en Viena cuando la comunidad científica no aceptó mis teorías. Traté gratis a algunos pacientes. Fue tal mi empeño, que continué defendiendo el psicoanálisis como método de observación del paciente (no como una teoría dada o cerrada). Luego llegaron los nazis y tuve que emigrar a Londres y mi trabajo comenzaba ya a tener un reconocimiento.
Después de haber pasado hambre, en 1924 decliné la oferta de $25,000 dólares que el editor del Chicago Tribune me propuso por analizar a un acusado en un sensacionalista juicio de homicidio. Así mismo, en 1925 volví a rechazar esta vez el ofrecimiento de $100,000 dólares que me hizo Samuel Goldwyn para colaborar en una historia de amor acerca de Marco Antonio y Cleopatra.
Rechacé esto porque trabajo con el alma humana, no la utilizo.
Si quiere saber más, en la revista TIMEDespués de haber pasado hambre, en 1924 decliné la oferta de $25,000 dólares que el editor del Chicago Tribune me propuso por analizar a un acusado en un sensacionalista juicio de homicidio. Así mismo, en 1925 volví a rechazar esta vez el ofrecimiento de $100,000 dólares que me hizo Samuel Goldwyn para colaborar en una historia de amor acerca de Marco Antonio y Cleopatra.
Rechacé esto porque trabajo con el alma humana, no la utilizo.